domingo, 11 de enero de 2015

À une femme que je connais et je ne connais pas

Combien d'annés doivent passer pour pouvoir regarder cet éclat si dangereux de tes yeux? Peut-être il faut oublier quoi que ce soit. Au de-là de mon coeur habite la solitude. Moi, je reconnais l'impossibilité de faire quelque chose pour perdre le peur et te parler. Tu m'as déjà vu mais tu ne m'as pas regardé. C'est cela! Cet abîme si silencieux est mon enfer, le silence éternel- celui de Pascal- est ma condamnation; mais n'est pas un Dieu, c'est toi qui toit. Et encore le feu de mon âme- qui est sur le point de crier ton nom- veut te trouver n'importe quel jour, peu importe sous quelle étoile.

miércoles, 7 de enero de 2015

C´est moi qui parle de tes yeux...

Yo inventé un lenguaje propio para sentirme vivo. Es un lenguaje de miseria y canto que atrofia la garganta y oprime el pecho. Es el juego gramatical de olvidos dolorosos y paraísos perdidos; de unos ojos hermosos que he visto dos o tres veces y una infame espera que se derrocha por todas partes. Su sintaxis es tan frágil como la pura fuerza de voluntad que mantiene - apenas- en una trágica cohesión las palabras que vomita. Este lenguaje crea ilusiones capaces de engañar a cualquiera, como toda obra destinada al fracaso. Incluso hizo que, en el delirio de quienes se enamoran, pensase hablar y decir aquello que las heridas se han encargado de guardar en el más ruin de los silencios. Mas triunfaron la vergüenza y el temor: la primera se alimentaba de mi orgullo, el segundo de mi cobardía. Un cobarde orgulloso: he ahí la ruina entera. Pero son esos ojos- que quizá ahora miren a quien aman verdaderamente- los que me salvan. Sí, esos ojos que he visto dos o tres veces y que he reproducido en la infinita reflexión del cuarto de espejos de mi memoria. Así, pues, la lengua materna sufre un espasmo fatal: ya no puede nombrar nada en un mundo en el que sólo habita el afán de poseer esa mirada, de poder besarla dichosamente sin temor ni vergüenza, como hiciera alguna vez en otro tiempo y con otros ojos. Sin embargo, aquí está la fantasía que tanto me atormenta: no porque mi deseo no se vea correspondido, sino porque, finalmente, el silencio es quien ha triunfado.