viernes, 29 de julio de 2016

Tristeza


Siempre has caído en las redes de tu propia virilidad. Huyes, te refugias en tres o cuatro sentencias bien razonadas y te convences de que no hay nada en el mundo que te impida derribar los muros de la banalidad. Pero, ¡qué poca cosa has logrado! ¡Mírate! ¡Doquiera ves una ausencia, una fractura y una tragedia! ¿no irás, una vez más, a esconderte detrás de la vieja tapa de aquél libro, el mismo en donde los hombres carecen de cualquier significado? … Hablas siempre bajo los efectos enervantes de los franceses de posguerra, alimentados de ese dulce pesimismo que te cubre de un aura misteriosa…o al menos así lo crees. Pero, ¿qué es lo que admiras de quienes no tenían otra esperanza que enredarse en sus propias contradicciones, en su propia desesperación? Quizá, quieras o no aceptarlo, admiras la oscuridad y el aura tenebrosa de los vencidos porque posees un viejo sol del que te avergüenzas: ser feliz es síntoma de que has perdido la lucidez, pues sientes que la buena vida es tan sólo una ilusión producto de una ingenua voluntad. Y, ¿qué harás, entonces? ¿Cómo lucharás contra esa felicidad vergonzante? ¿Darás muerte al primero que se pose frente tuyo, por tener demasiado frío o demasiado calor? El sentido te desnuda, te despoja de lo único que posees para poderte sentir único: la tristeza. 

Frente a la torpe vanidad del mundo opones la autoindulgencia –otra vanidad, aunque a tus ojos más decorosa-; el mundo se presenta como una eterna incertidumbre que desdeña lo incomprensible de tu delirio. ¡Qué tontería! Tienes tanto miedo de la tristeza que has decidido aceptarla completamente para que no te parezca demasiado hostil. Caes, así, presa de tu propia ilusión: sientes ser más profundo cuanto más infeliz te vuelves. Has de aceptar, sin embargo, que esto significa lo que implica: te has abandonado a una fantasía cuyo efecto sedante es una tensión permanente. La lucha que emprendes diariamente no es sino una drôle de guerre.  ¿Esperas que alguien comprenda esto? Lo cierto es que no. De lo contrario, más allá de sentirte exhibido, te descubrirías siendo un individuo más del mundo, sin otra cosa que su misterio inconcebible.  Huye, pues, a la tierra en donde la oscuridad es un faro luminoso, un mero artificio; deja que otros sufran y naufraguen en donde hasta las sombras parecerían destellos.

 A pesar de todo, debes escribir sobre esto. Por muy falsa que sea, la oscuridad termina siempre por consumir a los que están al filo de la locura.

jueves, 21 de julio de 2016

Destino...


Detrás de la carne hay dos universos que se miran y piensan. Uno dice: «¡He aquí la conjuración de los dioses, quienes han puesto al destino frente mío. No hay que vacilar!» Pero la otra dice: « He aquí la nada absoluta, un vacío inmenso y doloroso.» Quienes atestiguaran por fuera el modo en que ambos se miran, no adivinarían en absoluto el mal que a ambos aqueja. Incluso, no verían en ellos sino una mirada que incita al olvido de lo pasajero. Sin embargo, ambos están unidos por la ruptura; lo que les separa es, en realidad, lo que les une. Por sobre ello se alza un talante distinto: uno acepta el destino y lo hace suyo, desvaneciendo como una tenue niebla la imagen opresora de los dioses; el otro ha elegido permanecer en el dolor: quiere ahogarse en las aguas del Leteo. Al primero olvidaron colocarle las monedas sobre sus ojos, y ello es su bendición. El segundo ha pagado su viaje con más dracmas de lo debido: ha decidido escuchar eternamente el canto melancólico de Orfeo.

domingo, 19 de junio de 2016

Poetas...



Os habéis convencido de la imbatible nulidad de los poetas. Habéis enviado legiones de huecas cabezas, a modo de arietes, para derribar los muros ficticios de mentes oníricas. Os habéis rendido, humillado ante la tempestad y habéis fabricado una soga de inmundicia en la que os ahorcáis diariamente. ¿ Es que os conformáis con vuestra hipócrita aceptación del mundo, hablando siempre con una austeridad absoluta? ¿Es verdad que para vuestro corto entendimiento, el dolor es dolor, el odio es odio y el amor es, simplemente, amor? Pero, ¿ es que no os dais cuenta de que esta pasividad, inútilmente disfrazada de sobriedad y sabiduría, sólo puede emerger de las entrañas de una renuncia fundamental, esto es, de no ser sino lo que ya sois?  Vuestra aceptación y simplicidad es una quimera de tranquilidad. ¿Qué pueden saber del dolor -o, en general, de lo que vosotros llamáis «pasiones»- aquellos que nunca intentaron transformar la gris concreción del mundo en una imagen viva e, incluso, bella? ¡Sólo quien ha tratado de dar vida a las muertas palabras que tan sólo nombran, ha aceptado el peso de la carne y se ha elevado lo suficiente para crucificarle! ¡Y vosotros aún pensáis, neciamente, que el poeta es un loco que del mundo no quiere tener noticia! Pero he aquí que, refugiados en vuestras chozas, jamás habéis querido salir al encuentro del mundo; ante el primer signo de contrariedad, escapáis como comadrejas: vosotros sois los verdaderos cobardes.