viernes, 19 de diciembre de 2014

Viento

El amor no está hecho para aquellos que, como yo, se ocultan tras los primeros vientos de la noche. Es la excitación furtiva de mirarte con el pensamiento e imaginar tu perspicaz mirada, descubriéndome. Pero he aquí que no hay sino la estela de quien calla por tanto tiempo y se torna prisionero de un temor silencioso. Y no hay más impotencia que el silencio pues, al contrario de lo que los sabios digan, no dice nada. Y entonces esa noche es el infierno que deviene en ojos imaginarios, hermosos pero ficticios, brillantes pero de ensueño. Nada hay en este mundo más triste que la sola idea de olvidarlos y que, el amor imposible que guardan, se desvanezca con ellos en un eterno mar de olvido y omisiones. He aquí pues, Beatriz mía, el canto melancólico de quien con anhelo te imagina a la distancia y que en su delirio desea ser espejo del turbio reflejo de una diosa. ¿Es justo, acaso, que Elpis dé sus dones a un mortal incapaz de cumplir con sus designios? Lo que otros llaman bendición, tórnese en mi rostro la más grande de las torturas. ¿Cómo puede ser conmovido un corazón por el fugaz resplandor de lo desconocido? A menos que el misterio, la inquietante interrogante, sea de divino origen. he ahí mi pena, Beatriz, porque no puedo hurtarme de esta ansía inexorable. Las Erinias conspiran en contra mía junto a esa cruel diosa que en tantas tribulaciones pusiera al ingenuo Paris. Pero la más grande de las tristezas adviene cuando, arribando la luz mejor distribuida en el mundo, capto en su crudeza mi grave desvarío: el sueño que profeso se disuelve en una suave brisa alrededor tuyo, sin tocarte. "No ha sido nada, es sólo el viento."